Por Fabiola Peña, Gerente Ambiental
Cuando decidí ser ingeniera ambiental, lo hice con una convicción profunda: quería aportar a construir un entorno más sostenible para las futuras generaciones. Con el tiempo, he entendido que ese propósito no solo se cumple desde el conocimiento técnico o la implementación rigurosa de prácticas, sino también desde la capacidad de influir en otros, comunicar, educar y abrir conversaciones honestas.
Hace unos días realizamos en Casanare nuestro Evento de Transparencia Ambiental, un espacio que nos permitió compartir, con total apertura cómo gestionamos nuestros impactos, protegemos el agua y biodiversidad, monitoreamos el estado de los recursos naturales, desarrollamos nuestras inversiones ambientales y buscamos mejorar continuamente. Lo hicimos de la mano de comunidades, autoridades locales, organizaciones sociales y aliados, convencidos de algo fundamental: la información ambiental debe ser accesible, comprensible y útil para todos.
Esta iniciativa representó un paso más en nuestro camino para construir buena vecindad, un concepto que, para nosotros, en GeoPark, se traduce en escuchar activamente, comprender los contextos, dialogar con respeto y compartir lo que sabemos. Y cuando hablamos de compartir, hablamos también de hacer pedagogía, de traducir lo técnico, de desmitificar la operación y de responder con hechos.
La industria del petróleo y gas tiene una deuda en este frente. Por años se habló poco o se habló de forma muy técnica sobre los asuntos ambientales, y eso ha dejado espacio a la desinformación y a los mitos. Hoy más que nunca necesitamos recuperar ese terreno. ¿Cómo? Con apertura, pedagogía y diálogo constante. La transparencia no es una opción, es una necesidad, y la comunicación, bajo esa lógica, debe convertirse en un habilitador de confianza.
Cuando las personas entienden lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos, pueden formar sus propias opiniones. Y confiar no significa estar de acuerdo en todo, sino tener la certeza de que hay coherencia y respeto.
En esa línea, lanzamos recientemente nuestro Portal de Transparencia Ambiental: una herramienta que recoge información clave sobre nuestras prácticas ambientales, nuestro cumplimiento legal ambiental, nuestros monitoreos y nuestras contribuciones a los territorios donde operamos, todo en un lenguaje cercano y abierto al público.
Invito a todos los que nos leen a conocerlo, explorarlo y, sobre todo, a darnos su retroalimentación. Porque comunicar también es aprender, y mejorar juntos.
Quiero aprovechar este espacio para compartir tres aprendizajes que nos dejó este ejercicio de diálogo:
- La transparencia no es solo compartir datos, es crear espacios de conversación, porque cuando escuchamos con apertura y respondemos con hechos, la confianza empieza a construirse.
- Hay un enorme valor en traducir la ciencia y los contenidos técnicos a un lenguaje cotidiano, reconociendo que la pedagogía ambiental empodera a las comunidades y fortalece la participación, lo cual nutre mucho más nuestros procesos.
- La buena vecindad se fortalece cuando hay coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. En ese orden de ideas, la transparencia debe ser un principio transversal, no una estrategia puntual.
La sostenibilidad no se decreta. Se construye día a día, con acciones coherentes, con apertura a la crítica y con la firme intención de ser mejores vecinos, mejores profesionales y mejores aliados para los territorios donde operamos.
Y desde aquí, extiendo una invitación a mis colegas del sector: abramos nuestras puertas, hablemos de lo que hacemos, de lo que aprendemos y de lo que aún podemos mejorar. La transparencia ambiental como práctica habitual nos permitirá mostrar que detrás de los datos hay esfuerzo, hay rigor, y sobre todo, hay voluntad de hacer las cosas bien.